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Introducción: resulta interesante, para quienes seguimos las lecturas de las Biblia en sus estaciones, que los textos del calendario litúrgico para Adviento comienzan con los anuncios de la Segunda Venida y gradualmente nos llevan en retrospectiva hacia el pesebre de Belén. La intención es mostrarnos como llegamos cada uno de nosotros esa convicción de la expectativa y de la esperanza, hasta el momento de creer y confiar en la promesa del Dios que nunca falla a pesar de la adversidad que nos ha tocado vivir. Posiblemente esa fue también la intención de los evangelistas cuando se dieron cuenta lo importante que es recordar para la memoria de la fe cristiana.

:  Estas palabras de Jesús sobre la segunda venida ocurren en el contexto de su visita a Jerusalén la semana final de su vida en la tierra. El Maestro da advertencias a sus discípulos en cuanto a la diligencia hacia el cuidado de su propia salvación. Y les hace pensar y reflexionar en todo lo que ven sus ojos y en lo que van a vivir en Jerusalén en las siguientes horas. El texto en Mt y Lc es una reflexión posterior a los sucesos que ha generado la convicción y la seguridad de la realidad de los que ha de acontecer en un futuro que no tiene una fecha establecida.

³⁰ De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. ³¹ El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

I- Cada generación tiene sus propios desafíos, pero la Palabra de promesa de Dios sigue firme

²⁴ Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, ²⁵ y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. ²⁶ Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. ²⁷ Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

II- Las señales del fin de los tiempos son un anuncio que advierte a cada generación de creyentes los peligros de perder la salvación.

³² Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. ³³ Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. ³⁴ Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. ³⁵ Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; ³⁶ para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. ³⁷ Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.

III- Tengamos la disposición de velar y cuidar por aquello que vale mucho algo más que lo que poseemos ahora en esta vida.